MIENTRAS MÁS PROFUNDA LA ANGUSTIA, MÁS ALTA LA CONSOLACIÓN QUE SIGUE

Misioneros Del Amor de Dios - Missionaries Of God's Love - Podcast készítő MGL Misioneros Del Amor de Dios

Le pasó a Francisco de Asís, a Teresa de Ávila, a Ignacio de Loyola y a tantos santos más comenzando con Jesús en su agonía. Las personas que caminamos con Dios a veces podemos caer en una gran desolación. Un gran problema, una tragedia, un gran miedo, una angustia por diferentes razones; caemos en esa profunda desolación y sabemos que en esos momentos tenemos que irnos a un retiro de silencio y encuentro con el Señor. Este retiro puede durar unas horas o unos días. Y de repente, en medio de él, Dios se manifiesta. Nos hace entender tantas cosas, nos abre los ojos del alma, nos dilata el corazón. Y aquello que había sido una pesada carga se convierte en una dulzura y un gozo inenarrables; y una vez más experimentamos que mientras más profunda la angustia más alta la manifestación gozosa de Dios que nos da enseguida si lo buscamos a él y pedimos su consolación; somos en esos momentos como la oveja herida que viene a su pastor para que la cure y la vende. Tristemente, esta sanación, consolación y gozo no lo pueden experimentar los que no siguen a Cristo ya que estos solo viene de él, de Dios. El padre Larrañaga nos narra en su biografía de Francisco de Asís que en una de sus tantas crisis, estaba dudando de su capacidad para guiar a los 8 hermanos iniciales que ya lo seguían y después de encerrarse en una gruta de la montaña para orar y estar en retiro, para llorar con Dios y expresarle sus penas, Dios le dijo: ¿Por qué tener miedo, Francisco, hijo de Asís? Yo soy el único Salvador. Todo lo puedo. De las piedras frías saco hijos palpitantes. En un instante coloco en pie generaciones sepultadas. Desde siempre y para siempre yo soy el único Pastor. Yo soy el único conductor de los pueblos. Soy también el único Pastor de los ocho huerfanitos —y de todos los que vendrán— de la Porciúncula. Francisco, hijo de Asís. Cree en mí. Espera en mí. Salta, Francisco. Ven a mis brazos. Estoy aquí en la sima profunda. Salta, ven. A ti sólo te hace falta colocarte en mis manos. Lo demás lo haré yo. Yo soy el fundador y conductor de la nueva Orden. Yo seré tu descanso y fortaleza, tu seguridad, tu alegría, tu ternura, tu padre, tu madre ... Siempre sucede lo mismo. Cuanto más profunda es la desolación, más alta es la consolación. Las crónicas intentan, pero difícilmente aciertan a describir lo que sucedió: una repentina y explosiva, intensa como nunca (¿cómo llamar?) ¿felicidad?, ¿éxtasis? El Hermano salió de la gruta profunda del specco. Era como si los Montes Sabinos hubieran desaparecido, y los senos del mundo se hubieran dilatado hasta el infinito, y esfumado las distancias siderales... y no hubiera tierras, montañas o estrellas, sino que sólo existiera el gozo, mejor, sólo existiera Dios... Cuando tenemos una de estas consolaciones podemos entonces entender mucho mejor las palabras de Jesús: Mat 11:28 "Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. :29 Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. :30 Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana." NVI