ES BONITO RECIBIR PERO ES MUCHO MÁS BELLO EL DAR

A todos nos gustan los regalos. Desde niños nos encanta cuando la gente nos ofrece o da cosas; Aquí algunos se echan a perder porque  les dan de más y terminan volviéndose egoístas y egocéntricos, quizá algunos de nosotros caímos en ello, por eso ahora es tiempo de reflexionar y corregir. Al nacer nacemos sin ambiciones, solo deseamos la comida y el cuidado que necesitamos para sobrevivir. Luego conforme crecemos descubrimos la ambición y la avaricia. Porque vemos a los que tienen más “regalos” por decir así, y caemos en el pecado de la envidia; esta nos lleva a otros pecados, comenzamos a ambicionar tener lo que tienen ellos y hasta más que ellos. Entre otros males, esto hace que nos imaginemos que la felicidad está fuera de nosotros, en los objetos, el dinero, la fama, el poder y las cosas materiales, y dejamos de buscar su fuente y su lugar de encuentro que son Dios y en nuestro interior. Algunos, movidos por el Espíritu Santo comienzan a dar, a compartir no solo cosas materiales sino sus vidas mismas. Tenemos ejemplos de amor y bondad extremo como una Madre Teresa de Calcuta, pero no necesitamos llegar tan alto. Basta que hagamos lo que podemos cada día, o como decía una persona totalmente llena del Espíritu de Dios: NO ME IMPIDAS HACERLE TODO EL BIEN QUE PUEDA A TODAS LAS PERSONAS QUE PUEDA, TODO EL TIEMPO QUE PUEDA. Nos dice la carta a los Hebreos: Heb 13:16 No se olviden de hacer el bien y de compartir con otros lo que tienen,  porque ésas son las ofrendasque agradan a Dios. Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo. Efesios 4:32 Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe. Gálatas 6:10 No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien.Romanos 12:21