“Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad,

Meditaciones Radio Gracia y Paz - Podcast készítő Meditaciones Radio Gracia y Paz

Meditación “Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.” (1 Tesalonicenses 2:13)   El punto principal en esta sección es: “El enemigo está procurando socavar vuestra fe, pero vuestra voluntaria disposición para sufrir la persecución por causa de Cristo es prueba que vuestra fe es genuina, y el enemigo no saldrá victorioso”. Con el fin de hacer más real esta verdad, Pablo asevera que no solamente los tesalonicenses están llenos de gratitud por las bendiciones espirituales recibidas, sino además lo están ellos. Incesantemente dan gracias a Dios por la forma en que los tesalonicenses habían acogido el mensaje y por la influencia que esta palabra, proveniente de Dios, había ejercido en sus vidas. En otras palabras, se nos ofrece una mayor elucidación y amplificación de 1:6, así como 2:1–12 es una extensión del pensamiento iniciado en 1:5.    Walter Scott escribió: Su Palabra —la Biblia— es inspirada, exhalada por Dios, en todos sus libros y partes tal como fue originalmente escrita. Es nuestra única autoridad en todas las cosas, para toda circunstancia y en todo tiempo. Se necesita de una generación que tiemble ante la Palabra de Dios. Es la carta de navegación de la vida; nuestra guía, nuestra luz, nuestra salvaguarda moral. Gracias a Dios por el sagrado Volumen.  El Espíritu actuó en el corazón de los creyentes a quienes escribía Pablo, haciendo fructífero el mensaje de la Palabra que actuaba en ellos, capacitándolos para el ejercicio de la fe que había nacido en ellos por la Palabra (Ro. 10:17). El corazón de los tesalonicenses fue abierto por Dios para que por esa acción penetrara, no sólo el evangelio, sino el mismo Salvador. No fueron ellos quienes hicieron la obra, ni fue el apóstol con su mensaje, sino el Espíritu Santo, para que la gloria de la salvación pertenezca sólo al único que salva que es Dios mismo. Los tesalonicenses creyeron con el corazón, con el que se cree para justicia (Ro. 10:10). Es preciso recalcar que entender el mensaje de Dios sólo es posible mediante la ayuda del Espíritu Santo (1 Co. 2:14). Este oír genera la fe salvadora y es una obra divina (Ro. 10:17). Muchos escucharon junto con los creyentes de la iglesia en Tesalónica el mensaje, y lo entendieron mentalmente, pero no lo aceptaron con el corazón, que es sólo posible mediante el auxilio divino del Espíritu. Para salvación es necesario la entrega del corazón (Ro. 10:10). La acción del Espíritu que actúa aplicando la Palabra está claramente enseñada también por el apóstol Pedro (1 P. 1:2). Nótese que el Espíritu santifica, es decir, separa con un propósito: para que obedezcan al llamado de Dios expresado en el evangelio y sean rociados con la sangre de Cristo. Los creyentes habían también recibido la Palabra, que equivale a aceptarla y obedecer a las demandas que Dios establece en el evangelio. La aceptación no es como de un mensaje de hombres, sino como un mensaje divino. La recibieron como Palabra de Dios, por tanto, digna de ser creída y obedecida. El evangelio contiene en sí un mandato divino que ha de ser obedecido (Hch. 17:30). No se trata de aceptar o no una invitación divina, sino de obedecer o quebrantar un mandamiento. Recibir la Palabra de Dios como palabra de hombres, no produce cambio alguno en la persona, todo lo más una nueva forma de religión (Is. 29:13). Aquella Palabra recibida actuaba en ellos. La evidencia está en el cambio de sus vidas y orientación (1:9, 10). La razón de la actuación de la Palabra está en el hecho de que toda ella es inspirada por

Visit the podcast's native language site