«Al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro». (Mateo 28:1)

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Meditación«Al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro». (Mateo 28:1)Aprendamos de María Magdalena la manera de obtener comunión con el Señor Jesús. Observa cómo le buscó ella. Buscó al Salvador de mañana, muy temprano. Si eres capaz de esperar pacientemente para tener en algún momento distante comunión con Cristo, nunca gozarás de esa comunión en absoluto, pues el corazón dispuesto para la comunión es un corazón hambriento y sediento. Ella lo buscó también con gran valentía. Otros discípulos huyeron del sepulcro, temblorosos y confusos; pero de María se nos dice que «estaba» junto al sepulcro (cf. Jn. 20:11). Si quieres tener contigo a Cristo, búscalo valientemente, que nada te lo impida. Desafía al mundo; avanza allí donde otros huyen. Ella buscó a Jesús fielmente: estaba junto al sepulcro. A algunos les resulta difícil mantenerse al lado de un Salvador viviente; pero ella estuvo junto a uno que había muerto. Busquemos a Jesús de este modo: siguiéndolo de cerca en todas las cosas que tienen que ver con él, permaneciendo fieles aunque otros le olviden. Observemos, además, que María buscó a Jesús fervientemente: pues estaba llorando. Si deseamos la presencia de Jesús, lloremos por ella. Si no podemos ser felices a menos que él venga a nosotros y nos diga: «Tú eres mi amado, mi amada», pronto nos hará oír su voz. Finalmente, María buscó solo al Salvador. ¡Qué le importaban los ángeles! Los dejó atrás, pues le interesaba únicamente Jesús. Si Cristo es tu solo y único amor, si tu corazón ha desalojado a todos sus rivales, no carecerás del aliento de su presencia. María Magdalena buscó así porque amó mucho. Elevémonos a ese mismo nivel de intenso afecto. Que nuestro corazón sea como el de María: lleno de Cristo; y nuestro amor, igual que el suyo, solo quedará satisfecho con Jesús. ¡Oh Señor, revélate cada día más a nosotros!Amén.(C.H.S.)

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